Pesada losa sobre mi espalda, mi pecho, mi ser.
Piedra a piedra,
me cubriste de besos, caricias y palabras,
aquéllas que, aún ahora, me golpean las sienes,
las blanquean y las congelan.
Desapareció el amor, el que nunca existió y, ¿en qué se convirtió?...
en odio, en celos, en rencor, en rabia, ..., en obsesión...
Obsesión que acrecienta tu ego y humilla mis versos,
dejando mis poemas sin poesía.