A veces tienes muchas cosas que decir y no sabes cómo, porque te sientes pletórica, como yo hoy y crees que las palabras se van a agolpar en tu boca y no va a poder salir ninguna.
Me gustaría gritar de alegría. Para mí es un hándicap muy grande enfrentarme a mis miedos. Algunos me siguen aterrorizando y actúo igual que el avestruz, escondiéndome y esperando que la tormenta se vaya. Pero no es así, los problemas hay que mirarlos de frente, cueste lo que cueste, porque hasta que no lo hagamos, no se irán, o no se transformarán en otros más pequeños, que seamos capaces de afrontar.
Cuando vives con una amenaza constante por un verdugo que te ha atemorizado continuamente durante muchos años de tu vida, te ves incapaz de vencer cualquier mínima cosa que se relacione con él.
Después de pedir ayuda profesional y trabajar interiormente a fondo, hoy he conseguido vencer un poquito uno de esos miedos y he podido expresar mis opiniones tranquilamente, sin ansiedad y sin temor.
Sé que todavía me queda mucho camino que recorrer, por delante, pero si miro hacia atrás también veo el tramo largo y difícil que he recorrido hasta el punto en el que me encuentro. Por muchos nubarrones negros que sobrevuelen mi cabeza, todos se irán y vendrán otros, que también pasarán.
Lo recomendable es no ahogarse cuando aparezca cualquier problema y no responderse automáticamente "no lo puedo resolver". Deja a tu mente que lo saboree, lo asimile, lo dé vueltas para ver por dónde se puede atajar de la mejor manera posible. Míralo de frente, no le des más poder del que tiene y sobre todo, no te atrincheres en tu rinconcito cómodo que te hace parecer invisible, porque no lo eres. Existes, ocupas un lugar y puedes hacerlo.
Paso a paso se hace el camino y capaces de superar lo que pensamos insuperable, somos todos. Nunca tenemos que dejar de creer en nosotros mismos ni en nuestros potenciales.
Yo puedo...
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