miércoles, 19 de junio de 2019

Poemas sin poesía


Pesada losa sobre mi espalda, mi pecho, mi ser.
Piedra a piedra,
me cubriste de besos, caricias y palabras, 
aquéllas que, aún ahora, me golpean las sienes, 
las blanquean y las congelan.

Desapareció el amor, el que nunca existió y, ¿en qué se convirtió?...
en odio, en celos, en rencor, en rabia, ..., en obsesión... 
Obsesión que acrecenta tu ego y humilla mis versos,
dejando mis poemas sin poesía.





jueves, 8 de noviembre de 2018

Se esfumó la poesía



Hoy se perdió mi alegría,
se escondieron mis ganas,
se cerraron las puertas,
se esfumó la poesía.

Ni el más brillante sol
pudo alejar mi apatía,
la que me inunda el alma,
la que me quita la vida.

Hoy me perdí entre la lluvia,
me escondi en mi mirada,
me encerré en mi morada,
me esfumé en mi poesía.

martes, 6 de noviembre de 2018

El escenario de la vida

El escenario de la vida, inamovible, impertérrito, testigo mudo de nuestro caminar, nos acecha día a día, sin darnos pista alguna de hacia dónde dirigir nuestros pasos.

Él nos mira, nos observa y, en callado silencio, abre todo su abanico de posibilidades para nosotros.

Es nuestra misión elegir, decidir, sopesar,... 

¿Quién sabe si elegimos bien o mal, o el camino elegido era el correcto, o simplemente, era el que teníamos marcado...?



Querido amigo...





Querido amigo,
pocos hay como tú.

Que te escuchen,
como lo haces tú,
que te arropen con sus brazos,
como lo haces tú.

Amigos que iluminen tu penumbra,
que te allanen el camino y lo limpien.

Que te tranquilicen,
como lo haces tú,
que te comprendan,
como lo haces tú.

Amigos que se rían contigo,
y que lloren también.

Que te ayuden,
como lo haces tú,
que te den su mano,
como lo haces tú.

Querido amigo,
pocos hay como tú.

Telarañas



Telarañas en su pelo, telarañas en sus dedos, telarañas en su alma.

Las tejía cada día, cada noche, a cada instante.

Se acumulaban en cada rincón de su corazón y brotaban por los poros de su piel.

Telarañas que llenaron su vida, asfixiándole de dolor y de pena.

Y amaneció un soleado día derrochando gotitas brillantes de luz, acompañadas de una suave brisa.

Brisa que, sutilmente y sin notarlo, acarició su pelo, sus dedos, su alma.

Brisa que se llevó su pena, su dolor, limpió de telarañas su corazón y le devolvió la vida.

Luna, mi luna,...


Luna, mi luna,

Me haces soñar,
me llevas contigo estrella tras estrella,
me haces palpitar.

Me llevas, me traes,
me desvelas, me acaricias,
me acunas, me cuidas.

Me vigilas, diriges mis sueños,
los iluminas, los llenas de esperanza.

Y cada mañana, acurrucada en tus brazos, me dejas, te vas, desapareces sin más.

Luna, mi luna.


A través de mi ventana




A través de mi ventana sólo veo lluvia, sólo siento frío.

Miro, busco, no veo, no encuentro.

Mi mirada se pierde, se aleja, se esfuma.

No sé qué quisiera encontrar, o cambiar, u olvidar.

No entiendo al mundo...




No entiendo al mundo,
ni el mundo a mí.

Muestro mi corazón.
Nadie lo ve.

Lo hieren.
Me hieren.

No quiero esconderlo.
Quiero ser yo.

Emociones, sentimientos,...
¿Dónde quedó su comprensión?

¿Alguna vez se comprendieron?
¿Alguna vez nos comprendimos?

Vivo en la claridad de mi alma, 
pero rodeada de tinieblas.

No entiendo el mundo,
ni el mundo a mí.

Hay veces...

Hay veces que, al dejar la puerta abierta, se acercan a mi presente, cosas que creía olvidadas, de un pasado no tan lejano.

Hoja de doble filo, este internet que nos lleva por ilusiones que pueden convertirse en pesadillas.

Una vez confié, una vez hablé, una vez compartí, una vez pedí.

Una vez me traicionaron, me taparon la boca, me arrepentí y se dañó parte de un ingenuo corazón.

Dolor, tristeza, pena. Pena, tristeza, dolor.

Mi alma dañada quería calor, pero sólo recibió un abrazo de hielo abrasador.

Seguirá, como florecilla solitaria, creciendo entre la hojarasca de este mundo desolador.




Recuerdo de unas vacaciones

Vacaciones...

Recuerdo mi infancia, llegaban las vacaciones, todos en mi familia, contentos y alegres, porque íbamos a encontrarnos con familiares que hacía un año que no veíamos, primos y amigos con los que jugar todos juntos y soportar así el tórrido verano toledano. Deseos muy diferentes a los de ahora, donde lo que anhelo es la tranquilidad...

Cruzábamos casi el país, desde el norte hasta el centro de la península, en un Seat 133 blanco, mis padres, mi hermano, una jaula con nuestro tarín, pajarito que nos alegraba la vida en aquel piso interior de mi amada San Sebastián, y yo.

¡Cómo añoro esas sensaciones de placer y de entusiasmo!, todo era de color de rosa (bueno, casi todo), con problemas pero sin preocupaciones.

Un verano lo recuerdo con especial nitidez. Íbamos llegando a mi pueblecito manchego y, en cuanto divisamos su emblemático castillo, hicimos una parada en el arcén de la carretera para refrescarnos, acicalarnos y estar "presentables" para hacer nuestra entrada triunfal después de casi doce horas de cansado viaje. Un verano más lo habíamos conseguido, gran azaña, jajaja. ¡Llegó la hora de disfrutar!

El verano en cuestión, como muchos otros, lo pasé jugando, ajena a los cambios que se avecinaban en mi vida. Algo intuí, sin conocer el significado de la palabra "intuición", algo desconocido sentí que me hizo disfrutar al máximo de aquél verano, el último verano de mi vida; algo se truncó en él, algo perdí por el camino y todavía busco. Ese año cambiamos de ciudad de residencia a la vuelta de vacaciones... Pero yo no pude despedirme de mi ciudad, de los granitos de arena de su playa, de mi playa, de sus margaritas, las que tantas veces adornaron mi cabello y mi cuello, creyéndome princesa de cuento de hadas, de mis amigas, incluso de mis juguetes. Tampoco me despedí de la mala experiencia vivida ese último año, que marcó mi infancia y dio el relevo a una adolescencia perdida entre sombras que, no sé si todavía rondan mis mas lúgubres pesadillas. Nadie me avisó, nadie me advirtió, en aquella época los niños obedecíamos sin más, sin opción a réplicas ni a pedir respuestas. En escasamente un mes todo cambió de repente y me perdí.

Después de casi cuarenta años que han pasado desde entonces, algo echo en falta de aquel verano, una despedida, un adiós, un por qué, una respuesta... Cuarenta años han pasado y todavía siento aquella angustia llena de esperanzas de aquélla niña amedrentada que sigue pidiendo a voces un poquito de cariño y atención.

Y este año, después de casi cuarenta, me he propuesto cerrar esa puerta que se quedó abierta a la fuerza, por la que se han colado frustraciones, traumas, tristezas acumuladas y muchos miedos, muchos. Me aventuro yo sola en ese abismo, saltando sin red y viendo toda la cantidad de piruetas que he hecho de trampolín en trampolín, hasta llegar a este punto en el que me encuentro y que, a pesar de todo, es el mejor punto en el que puedo estar.

Ahora puedo entender las preguntas sin respuestas, la  no despedida de aquélla mi ciudad, que sí pude realizar hace poco, cuando la visité por primera vez después de aquella -para mí- huída, ahora puedo desdibujar esas sombras que siempre me han acompañado y darlas un poquito de color para que me hagan más llevadero el camino.

No sé si parece un poco oscura mi historia, más yo la veo salpicada de pequeñas pinceladas de colores alegres, tristes, de todo tipo y, de mí depende qué color adquiera la mayor parte de ella... Gran ayuda he tenido para pintar este lienzo, un montón de bellísimas personas a las que doy gracias por haber utilizado, todas, todos los diferentes pinceles que han recorrido mi vida.

No las voy a nombrar porque ellas saben quiénes son, personas cercanas, lejanas, allende los mares, las montañas, los océanos, las ondas, todas las que han tocado mucho o poco mi vida, de alguna manera u otra. Muchas creen que ya me han abandonado, o yo a ellas, pero no es así, simplemente hemos tenido un punto de inflexión en el que hemos coincidido plenamente y ya, cumplida nuestra misión, retomamos nuestros destinos, tranquilamente y sin agonías. Quién sabe si el destino nos volverá a unir con unas pocas canas más en nuestras sienes para recordar aquellos episodios...

En este periodo de vacaciones, con aquél verano tan vívido a mis ojos, les doy las gracias, gracias por ayudarme a cerrar puertas y hacer desaparecer fantasmas. Sin ellas y sin las situaciones vividas, nunca lo hubiera conseguio¡Gracias, gracias, gracias!


Desesperanzas y tristezas

Desesperanza, tristeza, pena, angustia, miedo,..., esta mezcla explosiva de emociones, se ponen de acuerdo para sabotear mi sonrisa, esa que tanto anhelo para que se quede conmigo, se instale definitivamente y no me deje nunca.

Como la vida y las oportunidades se disfrazan de casualidades, hay que estar siempre al acecho para que no se escapen, pero aún así, lo hacen. Esos laberintos de los que hablaba en la anterior entrada, se entrecruzan provocando un pequeño caos en mi mente, del que intento salir airosa a cada momento, dejándome la piel en cada intento.

Cuántos retos por superar, cuántas zancadillas que obviar, cuántos obstáculos que vencer. Conozco muchas personas que viven su vida como un camino de rosas, disfrutando de cada instante, esperando que llegue el nuevo día para llenarlo de felicidad, alegrías y alguna que otra preocupación. Sin embargo, en mi vida, buscando y rebuscando, logro encontrar momentos de felicidad, por supuesto, pero de lo que más se nutre es de zancadillas.

Y me pregunto, ¿por qué tantas zancadillas?, ¿por qué están ahí? Sí, ya sé, están ahí para aprender, para crecer, para evolucionar; perfecto. Pero ¿no podía haber sido de una manera un poquito más sencilla? No es mucho pedir, ¿no? Sé que la pregunta no es por qué, sino para qué....

En fin, cada día la vida me sorprende con un nuevo reto para mi alma y para mi corazón. Pero, así mismo, me sorprendo también con mi capacidad de respuesta y resolución ante él.

Últimamente, he tenido que tomar decisiones muy duras, que hace unos años hubiera visto impensables, por no decir imposibles. Jamás he dado la espalda a nadie, y ahora me he visto obligada a hacerlo, ya que, de ello dependía no mi felicidad, sino mi bienestar. Llega un momento, en el que tienes que elegir entre los demás y tú. Y la respuesta siempre es uno mismo. La educación recibida nos enseña que preocuparnos o dedicarnos a cuidar de nosotros es un acto egoísta, pero ¿qué mejor acto de amor que querernos? Si nos queremos, nos cuidamos y nos damos amor, estaremos en disposición de poder ofrecérselo a los demás. En caso contrario, ¿qué podremos ofrecer?...

Tenemos que ser valientes y mirar hacia delante, tener en mente nuestra felicidad, y sin dañar a nadie, cuidarnos, simplemente. Es así de fácil y a la vez difícil, porque nunca nos han enseñado a hacerlo.

Me ha costado mucho tomar ciertas decisiones, pero ahora me siento tranquila porque siento que lo que estoy haciendo me beneficia a mí, que es de lo que se trata. Si no me cuido yo, ¿quién lo va a hacer?

Y para poner un puntito de humor en todo esto, decir que soy una persona fuerte y conmigo no van a poder ni la tristeza, ni el miedo. Me pondré una careta de Troll, si hace falta, para asustarlos, jajaja, bueno, de Troll bueno, que los malos son muy feos :)

Por dura que sea la vida, nosotros lo somos más.

Besitos.

Los laberintos de mi vida



Si me paro a pensar en lo que llevo vivido, me quedo asombrada de todo lo que ha ido cambiando a mi alrededor y con ello, yo misma.

Quién me iba a decir a mí, que tendría tres hijos, mi número de hijos deseado desde siempre, ya que, yo soy la mayor de dos hermanos y siempre he sentido una responsabilidad desmedida sobre mí por ser la mayor, que no quería que mis hijos tuvieran también. No quería que sólo existiera el mayor y el pequeño, siempre me ha gustado el número tres, ..., el del medio tiene una posición especial, que hace que los extremos no estén tan alejados y así lo vivo. Ellos vinieron a mi vida cuando lo decidieron (según las sabias teorías orientales), no cuando yo quise, y me alegra de que así haya sido.

También deseé tener una hija para compartir con ella lo que no pude con mi madre, a la que quiero y ahora comprendo. Comprendo todos sus sufrimientos y desvelos, que junto con mi padre, solventaron para darnos a mi hermano y a mí la felicidad que yo, por lo menos, estoy entendiendo en este momento de mi vida. Y admiro su trayectoria en aquélla vida, tan rígida, machista y diferente a la actual, en la que el diálogo con nuestros hijos es lo que dirige la educación que les damos.

Y cómo iba yo a pensar que mi matrimonio no sería para toda la vida, cosa que agradezco a día de hoy, ya que, gracias a ello me estoy empezando a realizar como persona. Después de no existir durante muchos años, ahora voy viéndome, entendiéndome y queriéndome. Sé que tengo mucho camino por delante para recorrer y que será duro, igual o más del que llevo recorrido hasta ahora. Pero, desde luego, una cosa tengo clara, es mi vida y la voy a vivir como desee, o eso intentaré; perseguir mis sueños que algún día cumpliré.

Este laberinto que es mi vida, no sé hasta dónde me llevará, ni sé si el camino que elija en cada situación será el "correcto" o no. Lo único que sé es que lo voy a recorrer con todo el entusiasmo del que sea capaz, intentando disfrutar del paisaje que pueda ver en cada momento, de cada detalle, de cada persona que me acompañe a cada paso, de cada alegría, hasta de las tristezas que ahora salpican mi vida y que a veces se convierten en chaparrones,... Estos, como para el campo, siempre vienen bien, refrescan el ambiente y lo limpian.

Todo esto lo haré con la sonrisa instalada en mi cara, que los que me conocéis, tanto añoráis muchas veces. Así que preparaos para oír mi risa...

Y debo decir que gracias a las personas que conocí en este camino, con las que sigo teniendo una gran amistad, inicié mi sendero espiritual. Y con espiritual no quiero decir religioso, ni mucho menos. Me refiero a conocer, cultivar, cuidar, experimentar, desarrollar y aprender de mi propia esencia, esa que nos enseñan a tener bien escondida y no entiendo muy bien el motivo. La verdad es que es lo único que deberíamos atesorar, nuestro verdadero espíritu, esa luz interior que nos guía si la dejamos y la que nos muestra la sencillez de todo.

De ese tema hablaré otro día. De momento hoy os dejo esta reflexión sobre los laberintos de mi vida...

lunes, 5 de noviembre de 2018

En algún lugar de Madrid...




En algún lugar de Madrid, lleno de magia y encanto, plasman su sello en papel, dos lindos enamorados.

Enamorados desbordantes de alegría, expectativas y sueños.

Cuántas veces lo soñaron, lo vieron cercano, lo imaginaron y, por fin, hicieron suyo el milagro.

En un momento eterno, sin final, se deshacen las vidas de dos almas que, bailando al mismo compás, unifican sus miradas hacia nuevos horizontes que construyeron de la nada.

Felicidad para la nueva pareja y para todos los que aquel día, paseando por Madrid, acariciamos nuestros sueños compartiéndolos a su lado.

Llueve...



Llueve...

Llueve y las delicadas gotas de lluvia se deslizan por mi cara, humedeciendo mis labios, mis ojos y mi mirada.

Llueve y la humedad va calando mis pensamientos, mis emociones y mi alma, despojándome de oscuras sombras que se quedan en la nada.

Llueve y me pregunto hacia dónde van las nubes que descargan sobre mí todas sus lágrimas.

Llueve y mi imagen se refleja en un espejo titilante sobre el suelo, que me devuelve una sonrisa escondida y olvidada.

Llueve...

Contra la violencia de género



Mis ojos, tu mirar.
Mis labios, tu decir.
Mi nariz, tu respirar.
Mi corazón, tu sentir.
Mi sombra, tu poder.

Tu poder, mi penar.
Tu fuerza, mi dolor.
Tu desconfianza, mi pesar.
Tu locura, mi cárcel.
Mi huida, mi despertar.

Los brillos del alma


Cuando las lágrimas comienzan, de nuevo, a brillar,

las ojeras se tornan más oscuras que la noche,

entonces sucumbes a la irrealidad,

y esa irrealidad se convierte en tu realidad,

a la que das más crédito que a tu realidad misma...,

pero esa no eres tú.

Es tu ilusión.

¡Mami!


Mami, ¡qué bonita palabra!

Castigar, enfadar, preocupar, desvelar, dar; acciones que se convierten por arte de magia en besar, abrazar, sonreír, amar, recibir.

De entre todas las profesiones, me quedo con ésta, la que más rica me hace, por dura que sea, que lo es. Soy jefa y empleada a la vez, mandando y sirviendo. No cobro a final de mes, sino día a día, minuto a minuto. La variedad y la sorpresa de este trabajo, hace que no me aburra ni un solo segundo. No cobro pagas extras, pero las recompensas que recibo me llenan de felicidad ¿Qué más puedo pedir?

La inexperiencia, la incertidumbre, las preocupaciones, los agobios, la ignorancia a la hora de educar, con todas mis equivocaciones, me ayudan a no dejar de aprender con y de mis hijos, que son los que me enseñan a ser madre. Niñez, adolescencia, cada etapa, a cual más difícil, me aporta unas sensaciones tan dispares y profundas que nutren todo mi ser del amor necesario para recomponerme cada vez que me rompo y así poder ofrecérselo a ellos.

Yo no doy mi vida por ellos, la comparto con ellos y la pongo a su disposición. No soy su amiga, soy más que eso, soy su enfermera, su profesora, su tutora, su confesora, su cocinera, su sirvienta, su compañera de juegos, en definitiva, su madre. Seguro que ellos me ven de otra manera, pesada y malvada. Lo acepto y lo asumo, es la parte oscura de esta profesión, como una rosa con sus espinas. Algún día ellos serán padres y madre y lo disfrutarán igual que yo, o más si cabe.

Les doy las gracias a ellos, a mis tres joyas más preciadas, por llenar mi corazón de amor en los momentos difíciles y les pido perdón por todos mis errores. Sois mis mejores regalos.



¡Os quiero!

¡Yo puedo!




A veces tienes muchas cosas que decir y no sabes cómo, porque te sientes pletórica, como yo hoy y crees que las palabras se van a agolpar en tu boca y no va a poder salir ninguna.

Me gustaría gritar de alegría. Para mí es un hándicap muy grande enfrentarme a mis miedos. Algunos me siguen aterrorizando y actúo igual que el avestruz, escondiéndome y esperando que la tormenta se vaya. Pero no es así, los problemas hay que mirarlos de frente, cueste lo que cueste, porque hasta que no lo hagamos, no se irán, o no se transformarán en otros más pequeños, que seamos capaces de afrontar.

Cuando vives con una amenaza constante por un verdugo que te ha atemorizado continuamente durante muchos años de tu vida, te ves incapaz de vencer cualquier mínima cosa que se relacione con él.

Después de pedir ayuda profesional y trabajar interiormente a fondo, hoy he conseguido vencer un poquito uno de esos miedos y he podido expresar mis opiniones tranquilamente, sin ansiedad y sin temor.

Sé que todavía me queda mucho camino que recorrer, por delante, pero si miro hacia atrás también veo el tramo largo y difícil que he recorrido hasta el punto en el que me encuentro. Por muchos nubarrones negros que sobrevuelen mi cabeza, todos se irán y vendrán otros, que también pasarán.

Lo recomendable es no ahogarse cuando aparezca cualquier problema y no responderse automáticamente "no lo puedo resolver". Deja a tu mente que lo saboree, lo asimile, lo dé vueltas para ver por dónde se puede atajar de la mejor manera posible. Míralo de frente, no le des más poder del que tiene y sobre todo, no te atrincheres en tu rinconcito cómodo que te hace parecer invisible, porque no lo eres. Existes, ocupas un lugar y puedes hacerlo.

Paso a paso se hace el camino y capaces de superar lo que pensamos insuperable,  somos todos. Nunca tenemos que dejar de creer en nosotros mismos ni en nuestros potenciales. 

Yo puedo...

Hay días...





Hay días en los que todo lo ves de los colores del arco iris, con todas sus tonalidades, brillantes y explosivas. Esos días todo te parece bien, cualquier problema lo resuelves con un chasquido de dedos, sonríes a todo el que encuentras en tu camino con una sincera y feliz sonrisa, ves la vida mucho más fácil, cómoda y hasta bonita. Días en los que te faltan horas para vivirlos y saborearlos ¡Todo es perfecto!, te sonríe el alma...

Hay días en los que no quisieras haberte levantado de la cama, te quedarías en ella, escondido, protegido por esa ropa que te da el calor que se te escapa de las manos, por mucho que lo amarres. Esos días cualquier contratiempo te parece un problema inmenso, difícil de solucionar, sin solución diría yo. Todo está vestido de negro, con esa negrura que te paraliza el alma y no te deja respirar. Te ahoga, te aplasta, te devasta hasta hacerte desaparecer de tí mismo. Te sientes vacío.

Hay días en los que te paras a pensar y te dices "¿soy la misma persona en mis días coloridos que en mis días negros, o no?

Hay días que te preguntas cómo has sido capaz de caer al vacío si te encontrabas en la cúspide del mundo, desde la que veías al fondo un hermoso lienzo lleno de color y vida.

Hay días que te preguntas cómo has podido subir tan alto si no puedes con tu alma, que te está pidiendo a gritos un poquito de atención, pero tú no sabes ni siquiera dónde la dejaste ¿O te dejó ella a tí?...

Hay días en los que vives.

Hay días en los que vas muriendo poquito a poco.

Hay días en los que quisieras estar ni "tan bien" ni "tan mal", para poder ser tú mismo, en un oasis que te nutriera, dejando de lado la arena de los desiertos que te rodean.

Hay días en los que abrazarías a todo el mundo, nutriéndote de amor a cada paso que dieras.

Hay días en los que no soportas ni que te miren, porque no eres capaz de ver más allá de la cara amiga que te saluda, ya que la ves como una perfecta desconocida dispuesta a robarte el aliento.

Hay días,...

Hay días que están perdidos en el horizonte, esperando encontrarse contigo, con ese equilibrio compensatorio que te hacer estar en tu centro, ser tú y vivir.

Llegará un día en el que dejes de pensar y vivas.

Sin dirección

Hoy comienzo este blog sin dirección, simplemente por el gusto de escribir, que las palabras resbalen por mis manos y, bailando suavemente sobre las teclas, se vayan ordenando formando un laberinto organizado de ideas.

Te invito a leerlo, si no tienes otra cosa mejor que hacer, y pasar un rato agradable conmigo. Por lo menos eso me gustaría.

Mi vida, como muchas otras o casi todas, sería un buen ejemplo para escribir una novela interminable, o un buen culebrón. Así que, en vez de relatárosla, que sería muy triste y aburrida, intentaré contar historias reales o no, con un toque de humor, que a veces no conseguiré, pero que dejaré que lo haga vuestra imaginación...

Y dicho esto, me pongo manos a la obra. ¿Cual podía ser el primer tema a tratar?, ¿el tiempo, el trabajo, la familia, los amigos,...? Voy a hablar del tiempo libre, el que tengo en este preciso momento y que me permite escribir.

Hoy por hoy, no tenemos tiempo para nada; bueno sí, para perderlo, ¿verdad?, eso siempre sobra, ¿o falta?... El caso es que la excusa perfecta siempre es "no tengo tiempo", pero ¿realmente es así? Sinceramente creo que no, pero yo soy la primera en perderlo y utilizar esa excusa.

No sé si os pasa a vosotros, a mí, mucho. Me levanto por las mañanas con mil ideas en la cabeza, "voy a hacer, a ir, a ordenar, a tirar, a, a, a..." y al final del día sólo he hecho una mínima parte de todo lo que había planificado o imaginado. Y cuando pienso en qué he empleado las dieciséis horas del día que estoy despierta (que suena a mucho, pero no lo es), la verdad es que no sé en qué lo he hecho.

Si a esas dieciséis horas le quito las ocho que estoy trabajando, dos para reponer fuerzas comiendo (que dicho así, normal que engorde con tanto tiempo comiendo...), me quedan seis; ¿son muchas, verdad?, casi dos se me van por el camino, de casa al trabajo y viceversa. Ya me quedan sólo cuatro, de las cuales, entre estar con los niños (mis hijos), haciendo los deberes, cocinando y limpiando, ¿qué me queda, dos horas más o menos? Y esas horas con sus espléndidos ciento veinte minutos, ¿dónde las empleo? en la maravillosa experiencia de ver la tele (aquí pondría la carita de whatsaap que enseña los dientes, así como el que no quiere la cosa, pero como no sé cómo se hace, os la imagináis). ¡Ver la tele!, ¡horror!

No sé qué poder tiene sobre mí esa cajita parlante, que actúa como el más poderoso de los imanes, y que hace que el poco tiempo libre que tengo, que realmente son dos horas, lo dedique en cuerpo y alma a ella, tumbada en el sofá y mirándola sin ver ni escuchar, pero absorta a sus pies.

Einstein dijo "si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo"; muy sabias sus palabras, a las que hoy me he rendido. Esta noche es la primera en mucho tiempo en la que hago algo diferente, he sido infiel a mi querida tele y estoy disfrutando de un amor desenfrenado con mis letras, mis palabras y mi mente, a la que conseguiré educar.

Hoy es el primer día de un cambio que espero dominar (y no él a mí) y que me haga saborear el tiempo libre que tenga, sea una hora, dos, o un minuto. Porque realmente mi vida, como la vuestra, se nutre de las sensaciones que experimenta durante el tiempo que dedico a lo que me gusta, a lo que me hace evadirme de los problemas, a lo que me hace soñar y dejar por un momento esta tierra firme y volar por los mundos etéreos de mi imaginación, es decir, el tiempo que me dedico a mí.

En definitiva vivir es ser capaz de soñar, y qué mejor que hacerlo de la manera que cada uno sepamos. Te invito a cambiar algo, a soñar y a VIVIR.




martes, 16 de octubre de 2018

Empezar una y otra vez






Las personas de mente inquieta como la mía, necesitamos reinventarnos cada día.


Miles de ideas bullen en nuestra cabeza, se agolpan y quieren plasmarse todas a la vez, ocasionándonos unos caos importantes muchas veces.


No, o por lo menos a mí, nos motiva nada y si lo hace, es por un corto espacio de tiempo, en el cual pasamos de entusiasmarnos a aburrirnos casi al instante.


Hay momentos en los que necesitamos cortar con todo y empezar de cero. En mi caso, cambio continuamente todo lo que está a mi alcance, mi cabello por ejemplo (que podéis ver en mi instagram @beatrizpmcoach); yo creo que lo he llevado de todas las maneras posibles y de todos los colores; pues aún no estoy conforme con él.


Muchas veces necesitamos parar y romper con todo para poder empezar de nuevo. Ese "romper" está lleno de ilusiones y expectativas que llenan el vacío dejado por todo lo anterior.


Siempre confiamos en que nuestra decisión actual sea la última y la "correcta", la que nos dará esa continuidad que perseguimos para vivir más relajadamente, pero por mucho empeño que pongamos casi nunca es así.


Desde hace un tiempo llevo casi siempre conmigo una libreta, con tapas de alegres colores y hojas blancas, que me invita a plasmar mis inquietudes, mis ideas y mis nuevos posibles proyectos o propósitos, y durante el tiempo que empleo en llenar esas páginas con todo lo que se me va ocurriendo, soy realmente feliz.


Muchas veces me pregunto si realmente quiero esa vida fácil, tranquila y monótona... , y creo que no, me gusta no estar conforme, fomentar mi creatividad, tener mis neuronas siempre activas y no renunciar a empezar una y otra vez...


¿Y tú, te conformas con la monotonía de una vida relajada, o tu cabecita, como la mía, va saltando continuamente de una idea a otra?...

miércoles, 26 de septiembre de 2018

¿Vivimos apasionadamente el otoño?...








Después del paréntesis veraniego, otra vez estoy de vuelta con mis disquisiciones.

En este período estival, hemos cambiado nuestra actividad, en mayor o menor medida,
yéndonos de vacaciones, descansando, estresándonos, acalorándonos,…, el caso ha sido ir cambiando de actividad con el cambio de estación, con el calor que nos ha invitado a disfrutar del sol y de las fiestas que se han ido escalonando por muchas localidades a lo largo de estos meses de verano.

Ahora con el cambio de estación, andamos un poco alterados. La llegada del otoño también repercute en nuestras emociones. Estamos saturados del calor del verano, de la luz, de los desarreglos horarios provocados por las vacaciones, y nuestro cuerpo desea un cambio.

Nos irán inundando las nuevas temperaturas más frescas, a las que no estamos acostumbrados, pillándonos siempre desprevenidos, con los consecuentes resfriados. 

También tendremos menos horas de luz, preludio de una oscuridad que nos cubrirá emocionalmente y nos deprimirá, generando cansancio, dolores musculares y apatía. 

Las hojas secas y doradas que cubrirán el suelo de nuestras ciudades, jardines y campos, lejos de alegrarnos, irán desbordando en nosotros sentimientos de melancolía. 

A pesar de necesitar cambiar las altas temperaturas del verano por otras más llevaderas, echaremos de menos ese “buen tiempo”, lo que provocará en nosotros una resistencia que nos hará ver todo de otra manera, más gris y triste.

Con estos cambios de estación, tenemos la oportunidad de apreciar la vida que está a nuestro alrededor y, que no hace otra cosa que transformarse, invitándonos a hacerlo también nosotros.

Nos hallamos a menudo ante cambios no siempre provocados ni elegidos por nosotros, y qué mejor manera de afrontarlos que yendo a su par y no en su contra.

Podemos imitar a la naturaleza, ir cambiando, despojándonos de lo que nos va sobrando en una etapa para dejar paso a la siguiente con sus novedades y sorpresas, que no tienen por qué ser negativas.

Esperemos la llegada del otoño con todo nuestro potencial dispuesto a descubrir una nueva visión de lo que nos espera, dejándonos sorprender para disfrutar al 100% de cada instante de esta dorada estación.

¿Vivimos apasionadamente el otoño?...


domingo, 31 de diciembre de 2017

Reflexionando a final de año, encuentro un nuevo amanecer.


Otro año que termina y da paso a uno nuevo. No quería finalizar éste sin escribir una entrada en mi blog, un poquito abandonado, debido a mi marejada emocional que me lleva y me trae...

Reflexionando "un poco", ya que yo no lo hago casi nunca, jajaja, echo la vista atrás y me da la sensación de que este 2017 ha sido muy, pero que muy intenso para mí.

He ido caminando, paso a paso y sorteando dificultades y trampas que he podido superar y me he dado cuenta de muchas cosas.

Hay amistades que por mucho que se alejen siempre tendrán un asiento en mi corazón, asiento reservado para ellas e irremplazable.

También he aprendido a retirar de mi vida parte de lo que me es innecesario. Y digo parte porque no he conseguido alejarme de todo ello, pero prometo continuar con la labor.

Sigo queriendo dirigir mi vida para que la orquesta no desafine, pero no sé si adquirí la batuta equivocada, o mi forma de dirigir no es la correcta.

Es dura la convivencia con los demás, pero la más dura de todas es con los hijos, por lo menos para mí. Tienes tantas esperanzas depositadas en ellos, que no quieres que cometan los mismos errores que tú o, mejor dicho, si ellos no los cometen, automáticamente se borran los tuyos y se convierten en tus victorias. Sí, sé que es un poco egoísta pero es algo que va unido al comportamiento humano...

Por mi parte, este año he reencontrado la relación con mis padres, hermano, cuñada, sobrinos, desterrada por imperativos ajenos hace años. Estamos saboreándola mutuamente.

Superé uno de mis grandes miedos, aunque me quedan todavía otros muchos que eliminar.

Muchas veces, por cobardía, cultura, miedo o comodidad, nos apoyamos en los demás para seguir adelante. Nos fiamos más de ellos que de nosotros mismos porque nos han enseñado a ver lo contrario como  orgullo o altanería, y nada más lejos de la realidad...

Los amigos seguirán su camino, por mucho afecto que haya; los hijos crecerán e iniciarán sus vidas formando sus propias familias, alejadas de nosotros, por mucho amor que haya. El resto de familiares también continuarán su recorrido, por mucha ayuda que nos presten. El resto, trabajo, aficiones, objetos, todo a lo que nos aferramos, cambiará, se estropeará, o simplemente desaparecerá.

Entonces, ¿qué nos queda? Solo nos queda nuestra persona. Nos enseñaron a no querernos, a ignorarnos, por eso no sabemos ni quiénes somos... Nuestro niño interior, alma, intuición, como lo queramos llamar, nos pide ayuda a gritos. Escuchémonos, nuestra esencia es feliz, dulce, clara como el agua cristalina que brota libre de un manantial.

Redescubriéndome sigo analizándome, entendiendo mi realidad, con mis defectos, como la adicción que tengo a la comida, de la que me he dado cuenta hoy mismo... Al fin y al cabo, estoy aprendiendo a quererme. ¿Qué mayor acto de amor y agradecimiento?...

Estoy preparada y dispuesta a descubrir un nuevo amanecer y te invito a hacerlo tú también. Quién sabe si nos encontraremos en el camino...

De todo corazón, te deseo Feliz Año 壟